Rosa/Azul 3/3
Ella salió corriendo al baño a buscar la prueba definitiva, la prueba que le hiciera callar, pero no estaba, miró en la cocina y en el salón pero no encontraba aquel palito de plástico rosa.
– Tengo otro Predictor, me da igual, ¡me hago otra prueba si quieres!Mateo no la miró, se dedicaba a interpretar a un chico atento a las noticias de deportes sentado en un sillón sin preocupaciones ni nervios.
Inés entró en el baño, llevaba una mañana mirando su tersa barriga, haciendo posturas frente a un espejo, ensayando con cojines; hasta le había cogido gustillo a eso de tener un absurdo mote: Mamá. Había pensado en Mateo como padre, y hasta había pensado en aquel Honda Civic viniendo de Ikea con cosas para el bebé. Todo era genial hasta que él la despertó de su sueño de familia feliz.
Y en el Predictor una línea azul, tan azul que no sabe cómo la otra vez pudo salir tan rosa.
– ¿No estoy embarazada? -se dijo en voz baja.Salió del baño, se puso algo de ropa mal conjuntado y bajó corriendo a la farmacia a dos manzanas del portal.
La prueba dio negativa, podría seguir su vida de libertad como hasta ahora.
Cuando subió a casa Mateo no estaba, solo un papel escrito en un pedazo de anuncio sin letras: «Vi la prueba en el baño, estás loca si crees que voy a quedarme contigo después de esto, estás loca, vendré a por mis cosas».
– Inés calló destrozada frente a la mesa baja del salón, no le dolía perder a Mateo, era un cabrón, le dolía haber perdido un sueño que no quería, le dolía quedar como una mentirosa.A las cinco y media de la tarde sonó el teléfono en una oficina de la calle Princesa.
– Lucía, soy Inés, Mateo se ha ido de casa. – ¿Qué dices? ¡cuéntame! – Afortunadamente, los test de embarazo como los novios cabrones, a veces se equivocan, ahora te cuento..