Mi pedida de mano Vol.1 – El 95%
Siempre he sido una enamorada de las bodas, supongo que todo viene de pasarme horas de pequeña viendo a mi padre montar los vídeos de esas novias guapísimas de los noventa que poco tienen que ver con las de ahora. Como buena enamorada de las bodas, tenía en mi mente una idea de mi futuro y un planning clarísimo de los pasos que iba a dar hasta la boda: carrera, novio, pedida de mano, bodón y familia perfect.
A los 15 años, me veía casada a los 25 y con niños a los 27, edad estándar. Según fui creciendo, en mi época universitaria, cambié mis planes… Mejor boda antes de los 30 y niños dos años después. Entonces conocí a Hecter, vivimos en Londres un año, volvimos con la crisis, los trabajos, el día a día… y el tema boda se fue posponiendo, no por falta de ganas, que siempre las hemos tenido, más bien por la situación económica de mierda que nos acompañaba.
Pero el 2017 era nuestro año, lo sabíamos, no lo habíamos hablado pero lo sabíamos. Con vistas a una boda, a principios del 2016 ya me empecé yo a formar los planes en mi cabeza… -Soy muy de planificar mis movidas- y más o menos esto era lo que yo creía que iba a pasar: primero Hecter acaba la oposición, sería como junio 2016, luego mi pedida de mano, que yo soy muy feminista pero estas cosinas me hacen ilusión, reservaríamos fecha y luego ya a comenzar con los preparativos. Porque sí, a mí me lo tenía que pedir o no me casaba, eso quedó claro muchos años antes.
Pero una vez más, mis planes cambiaron y dieron un giro de 180 grados.
Mis tíos son los propietarios de LA FINCA DE BODAS, en mayúsculas, el lugar donde nos queríamos casar: El Rincón de Castilla. Obviamente teniendo esta maravilla en la familia no puede ser de otra manera.
En mayo le preguntamos a mi primo cómo iba el tema de las reservas para bodas 2017. Nuestra sorpresa fue saber que estaba todo completo para 2017 menos algunas fechas en agosto y septiembre…. WHATTT!? ¿En serio? ¿de qué va reservando tan pronto?. Nuestra idea era reservar la fecha como en julio 2016, prácticamente un año antes, pero no, nos tocaba hacerlo casi año y medio antes para poder tener alguna opción.
Este contratiempo alteró el primer punto de mi nueva lista; había que hablar de boda antes que de oposición. A la semana siguiente, en el sofá de casa, llamamos a mi primo y reservamos una fecha provisional, ahí estaba, al 1% ese iba a ser nuestro día. Los planes volvían a cambiar, Hecter en medio de la oposición con todo el estrés, una boda sobrevolando nuestras cabezas y sin pedida de mano. Pero con fecha.
Conforme pasaban los días mi primo nos iba llamando porque había más novios preguntando por la misma fecha. Y nosotros, según pasaba el tiempo íbamos madurando la idea y subíamos el porcentaje, «Juanjo, sí, seguimos adelante con esa fecha, venga, ya estamos al 45%«. Solo hablábamos de la boda en estos momentos, era gracioso porque como no me lo había pedido, no había boda, ¡pero sí que había!. ¡BOOM!
Llegamos a confirmar a mi primo que estábamos seguros al 95% y ahí nos paramos.
Hecter acabó su oposición y comenzó el periodo de «EJEM, EJEM«. Ese espacio de tiempo en el que tiras pullas de coña para ver cuándo te lo pide. Era un juego divertidísimo, nunca pensé que me lo pasaría tan bien al cambiar mis planes. En este tiempo anunciaron en ambas familias que dos primos se casaban en el 2017…. ¡BOOM de nuevo! ¡Mierda! ¡¡¡lo teníamos que contar ya!!!
Total que un día de verano, lo soltamos en casa de Hecter, su madre se quedó sin respiración y su padre de un aire, hubo abrazos, besos y muchísima alegría. A la semana siguiente, en una comida familiar, lo dijimos también a mi familia, sin hablar antes ni con mis padres ni con nadie, ¡hala, a todos a la vez! Fue una alegría total de todos, gritos de mis tíos, sorpresa de mis primos, lágrimas de mi prima, la emoción de mis padres, el shock de mi madre en particular, champán, bailes y de todo. ¡Momento perfecto! Pero ojo, confirmamos a todo el mundo la boda al 95%, obviamente, por lo que mis tías presionaron para que Hecter me lo pidiera allí mismo para llegar al 100%, pero no, él tenía sus planes 🙂
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Los amigos lo sabían desde hacía tiempo y en la oficina igual, así que se fue creando bastante hype alrededor de cómo sería la pedida, el cuándo, etcétera. Tengo que decir que «el cuándo» yo lo intuía… jejeje.
En marzo de 2016 nos pillamos un viaje a Londres de calentada, estaba el vuelo barato y sin pensarlo lo compramos sin vistas a nada. Cuando reparé en ese viaje me dije a mí misma: «La pedida va a ser en Londres, Ani». Yo sabía que iba a ser ahí, ¿cómo no iba a ser en la ciudad que nos vio nacer como pareja?.
En el periodo del EJEM, EJEM, yo seguí con mis pullas y Hecter con sus intentos de despiste. Recuerdo que de los nervios que tenía, y del despiste con el que jugaba, un día enganché su barba largar y susurrándole despacio le dije… COMO NO ME LO PIDAS EN LONDRES TE ACUERDAS… Abrí mucho mis ojos y puse en el escenario todas mis dotes interpretativas para meterme en el papel de una loca, pero en realidad sí que estaba nerviosa y acelerada. Él se rió y me dijo: «¿tú te piensas que soy tonto?», y no hizo falta hablar más. Creo que le dí miedo.
A todo esto, nuestro alrededor no dejaba de hacer bromas sobre qué pasaría si volvía de Londres sin anillo y la familia metía presión sana ya que querían su 100%. Toda una aventura del revés que jamás imaginé así pero que disfruté infinito. Desde aquí animo a todas las novias a vivir los planes como vienen, la preparación de una boda es un estrés y si se cambian los planes por contratiempos lo mejor es disfrutar de ellos y sacar lo bueno, que en mi caso fue una experiencia diferente, única y muyyy especial.
Y por cierto, el viaje llegó. Pero os lo cuento en el siguiente post… Pedida de mano Vol 2 – El 100%