Rosa/Azul 2/3
Mientras tanto, en una cafetería del centro de Madrid, Mateo hacía el descanso para desayunar.
– No he podido decírselo, ayer hablamos y acabamos discutiendo, se puso histérica, cómo voy a hacerle eso ahora, se ha quedado sin trabajo por venir a Madrid conmigo… Lucía, compréndelo, no es un buen momento, no quiero hacerle daño, tu mejor que nadie lo sabes. – Si no se lo haces a ella, me lo haces a mí, pensé que teníamos algo Mateo, aquella noche.. – ¡Aquella noche no! -gritó Mateo-. Olvídate de aquella noche, a Inés le sentó mal la comida…, estaba borracha. Me ayudaste a llevarla a casa, hablamos y te quedaste a cenar, nada más! – ¿Estás seguro de que nada mas? -Le desafió. – si pasó algo aquella noche fue porque yo también lo estaba… -En ese momento se dio cuenta de que lo que había dicho no había sido apropiado, tenía sentimientos hacia Lucía, no lo podía esconder. Le maravillaba cómo caía rendido ante esos ojos negros y esa sofisticada pose de mujer fatal que siempre tenía. – Lucía, cariño, no nos enfademos, sabes que no estoy bien con ella y que acabaremos dejándolo, deja que lo haga a mi manera, estaremos juntos.Y ella se levantó y sin mirarle demasiado le dio un ligero beso en los labios y se fue colocándose la falda de tubo.
Eran las tres de la tarde y Mateo llegaba a casa, aquel pequeño piso continuaba echo un desastre desde la pelea de la noche anterior donde Inés había sacado la ropa del armario en un intento de echarle de casa. Al fondo, en el salón, se podían ver unos pies encima del reposa brazos del sofá, tenían las uñas pintadas de rojo y estaban moviéndose nerviosos.
-¿Llevas todo el día tumbada? – Ella intentó contestar pero Mateo no la dejó-. ¡Inés por favor!, ¡eres una vaga!, ya discutimos por esto anoche y hoy no ha cambiado nada, el piso está echo un asco y tú sigues como siempre, esto es lo que hace que esté con otras muj..Mateo no terminó la frase, lo había hecho. Había soltado su bala de una manera discreta, como si se le hubiese escapado. No era una persona fuerte como para sacar el tema y afrontarlo, así que en ese momento encontró en un descuido la mejor de las maneras para hacerlo y acabar su farsa.
– Mateo, ¿qué dices?, dímelo claramente cabrón de mierda, atrévete a decirme que ves a otras a mis espaldas. – No quería que esto acabara así pero es una realidad, tú me has obligado a ello. – ¡Pues que sepas que estoy embarazada! Por eso no hice nada hoy -dijo con los ojos brillantes de rabia. – ¿Crees que voy a seguir contigo si te inventas estas historias lacrimógenas? ¡Estás loca Inés!…Continuará